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El asesino de los rieles: El mexicano que aterrorizó a los Estados Unidos

«A lo largo de 13 años, Ángel Leoncio Reyes Recendis asesinó a más de 200 personas en México y Estados Unidos»


Responsable de asesinar al menos a 16 personas a lo largo de California, Florida, Texas, Kentucky, Georgia e Illinois durante las décadas de los ochenta y noventas, Ángel Leoncio Reyes Recendis, un mexicano oriundo de Puebla, aterrorizó a los Estados Unidos al punto de entrar en la lista de los diez más buscados por el FBI bajo el seudónimo “Asesino de los Rieles”.


Ángel Maturino Reséndiz nació un primero de agosto de 1960 en la ciudad de Izúcar de Matamoros, Puebla. De acuerdo a él mismo y a entrevistas de familiares, durante su infancia fue abusado sexualmente en varias ocasiones.


Durante su juventud se dedicó a vagar por el país, hasta llegar a Ciudad Juárez, por donde cruzó por primera vez a Estados Unidos de manera ilegal aproximadamente a sus 16 años, siendo este uno de sus tantos encuentros con la Border Patrol.


Eventualmente tras varios ensayos y errores, logró burlar la seguridad de la frontera sur de Texas, y a sus 19 años fue a parar a Miami, Florida donde fue arrestado por asalto y robo de auto y condenado a veinte años de prisión. Pero tras cumplir seis fue deportado a México.


De regreso a territorio nacional, el joven Ángel Maturino conociendo las debilidades de la seguridad de la Border Patrol, se dedicaría a cruzar personas de manera ilegal hacia el gabacho, al punto de ser conocido como el coyote más famoso de Ciudad Juárez en aquellos años.


INICIOS DE ASESINATOS


Entre su trabajo como coyote, y breves estancias en el gabacho, fue arrestado en Nueva Orleans por portación de arma ilegal, falsificación de ciudadanía estadounidense en Misuri, en Nuevo México intentó robar una casa y ese mismo día tras salir de la cárcel traspasó la propiedad privada de una compañía de trenes y fue arrestado otra vez.


Por este historial de entra y sale de prisión, fue llamado “el hombre Boomerang”, ya que sabía cómo jugar con el sistema, el cual nunca lo castigó severamente por sus actos. Además de que daba un nombre diferente en cada arresto por la patrulla fronteriza o por la policía de los diversos condados, algo que dificultaba seguirle el paso, aun con huella dactilar, ya que en aquel entonces no existía una base de datos criminal a nivel nacional.

De acuerdo al propio Ángel Maturino Reséndiz comenzó a matar en 1986. Su primera víctima fue una indigente que conoció en un refugio. Juntos robaron una moto y en algún punto le disparó en la cabeza porque “le faltó al respeto”. Abandonó el cuerpo en una granja de Texas.


Posteriormente fue tras un hombre, presuntamente novio de la indigente, a quien mató por “practicar magia negra”. Botó el cuerpo en un terreno ubicado entre Uvalde y San Antonio. A la fecha no ha sido encontrado.


ASESINO DEL FERROCARRIL



Tras una larga lista de asesinatos, fue hasta 1987 cuando inició su modus operandi que lo llevaría a ser conocido como el “Asesino del Ferrocarril”. Ya que utilizaba distintas compañías ferroviarias para viajar a lo largo de varios estados de Estados Unidos. Bajaba en las estaciones, asesinaba a gente a escasos metros de las vías y tomaba el próximo tren que lo alejaba varios condados y zonas horarias de la escena del crimen.


Cuando sucedieron varios asesinatos, vecinos que residían cerca de las estaciones y vías del tren se aterraban cuando lo escuchaban al transporte venir. De hecho, Ángel Maturino, a quien posteriormente también se le llamaría "The Choo-Choo Man" aprovechaba el sonido de la locomotora para encubrir los gritos de sus víctimas.


Entre 1986 y 1999 se le adjudican alrededor de 13 asesinatos de personas junto a las vías del tren a lo largo de California, Florida, Texas, Kentucky, Georgia e Illinois, factor que hizo pensar a la policía que se trataban de casos aislados y no de una persona en sí.


Pero varias pistas como huellas dactilares en vehículos robados de víctimas, y evidencia genética en cuerpos de los que abusó sexualmente hicieron que todo apuntara hacia Maturino. De quien ya se tenía un retrato hablado gracias a su única sobreviviente: Holly Dunn Pendleton, una de sus primeras victimas.


Entonces el caso es tomado por el FBI que lo coloca en la lista de los diez más buscados, y tras una rigurosa vigilancia en varias estaciones de tren, deciden acudir a la familia de Maturino: su concubina, y con su media hermana, Manuela. Esta última sería enlazada vía telefónica con el asesino, a quien de alguna manera convenció de entregarse el 13 de julio de 1999 en el puente fronterizo de Ciudad Juárez-El Paso ante oficiales del FBI, Border Patrol, Oficiales de Policía y Texas Rangers.


Dicho día terminó el reinado de terror de un sujeto que utilizó más de 30 alías en sus arrestos a manos de la patrulla fronteriza y de las distintas corporaciones oficiales. Alguien, a quien varios criminalistas también le adjudican al menos 187 asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.


A lo largo de su estadía en la prisión de Walls Unit, Texas confesó varios asesinatos y dio indicaciones de los cuerpos que enterró. Murió en 2006 por aplicación de inyección letal.


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