«Este bar está en Nogales a unos pasos de la frontera. Ha sido visitado por grandes figuras como Jennifer López, y hasta el legendario Cantinflas»
A tan sólo unos cuántos pasos de Estados Unidos, se encuentra La Tavernita Fish Bar, un punto de júbilo, desahogo, y encuentros internacionales que lleva más de siete décadas sirviendo el elixir de la vida en un tarro más frío que la suave piel de pingüino.
Es atendido por Favio y Jaime Monrroy y familia, primos y nietos del fundador Ángel Monroy Rivera. Quien en 1952 adquirió la propiedad de un usoniano que lo manejaba bajo concepto de mariachi y servicio de cocina, algo común en aquellos años. Sin embargo, al traspasar la posesión, dieron un giro de ciento ochenta grados al basarse en el rock durante la década de los setenta. Así nació La Tavernita Fish Bar que conocemos ahora.
«La casa del rock» es visitada por ciudadanos estadounidenses de todo tipo: los güeros ojo azul, altos afroamericanos que se ganan la vida encestando pelotas, hasta el mexicano hijo de emigrados que no olvida que lo mejor del mundo está del otro lado de la frontera. También han degustado alguna bebida nativos americanos, puertorriqueños, españoles, alemanes, y por supuesto, la comunidad local.
Además, varias celebridades han hecho su aparición entre los asientos que dan cara al bartender. Desde Jennifer López, hasta el legendario Cantinflas:
«Javier Bardem estuvo aquí. De hecho filmaron una película aquí en la entrada. Sale mi papá que los deja entrar. Se llama Perdita Durango la película. Estuvo Jennifer Lopez aquí, armaron un riel en la barra. Estuvo Benicio del Toro cuando grabaron Traffic. Brayan William un jugador de los Chicago Bulls. John Eckhardt un jugador de hockey de la NHL, una infinidad. Estuvo mi abuelo con Cantinflas, hay una foto donde están en la chimenea [...]», contó Jaime Monrroy.
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Un bar hecho dentro de cavernas
Al ingresar llama la atención la cantidad de adornos en el escenario del maestro de bebidas. Mirando fijamente vemos por asomo cofres del tesoro, banderas de tierras lejanas, peceras conteniendo la vivienda de una famosa esponja, elementos para hechicería, timones de navíos perdidos en altamar, gorras del tercer reich, y hasta el cráneo de un comensal que se negó a pagar la cuenta.
Pero resulta que el bar es profundo. Al caminar recto se descubre que estamos compartiendo un buen rato con Helodia dentro de una caverna natural.
«Son naturales, y que yo sepa el edificio es más viejo que los setenta años que tenemos aquí. [...] antes de que fuera bar y cualquier otra cosa era bodega de licores», dijo Favio Monrroy.
«Y antes de eso era una caverna de personas que vivían para salvaguardarse del frío y del calor y de todo el rollo. [...] antes de eso era una cueva natural echa quien sabe por quién. Nosotros sólo le hemos excavado para hacer cuevitas privadas, los baños. Es una cueva de cantera», explicó Jaime.
Hoy la familia de La Tavernita Fish Bar está emprendiendo proyectos para proteger el espacio como patrimonio municipal o nacional, y está en proceso la manera de registrarse dentro del Libro Guinness de récords mundiales dentro de una categoría aun por revelar.
Para echarte una bien fría puedes visitarlos de jueves a sábado entre 21:00 a 03:00 horas en la Calle Elías, colonia Buenos Aires Oeste.
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